Renuncié sin plan B: esto fue lo mejor (y lo peor) que me pasó

De qué va este artículo:
- Renunciar sin plan B puede ser aterrador… pero también liberador.
- Lo mejor: descubrí de qué estoy hecho/a.
- Lo peor: enfrentar la incertidumbre sin respaldo.
- Hay formas de hacerlo con menos miedo y más estrategia.
- Spoiler: sobreviví. Y tú también puedes.
¿Quién renuncia sin plan B? Yo.
Un día me levanté y lo supe. Ya no podía más. No era un arranque de lunes ni una pelea puntual. Era algo más profundo: el trabajo ya no me quedaba. Me apretaba por todos lados. Así que, sin tener una oferta esperándome, sin CV actualizado y sin un plan detallado… renuncié.
¿Fue irresponsable? Tal vez. ¿Fue necesario? Totalmente.
Pero no estoy sola: el 40 % de los mexicanos ha pensado en renunciar por hartazgo, aunque muchos no dan el paso por miedo e incertidumbre.1
Lo mejor que me pasó (sí, existe un lado bueno)

1. Recuperé el aliento
Dejar ese trabajo fue como soltar una mochila llena de piedras. Dormí mejor, volví a tener hambre (de verdad y de la otra), y recordé cómo se sentía un día sin estrés crónico.
2. Volví a escucharme
Sin juntas, correos ni pendientes, por fin pude hacerme preguntas importantes:
- ¿Qué quiero de mi próximo trabajo?
- ¿Qué tipo de vida quiero tener?
- ¿Qué me emociona de verdad?
Y lo más importante: pude responderlas.
3. Me encontré con mi creatividad
En el silencio que deja una renuncia, la mente hace espacio para ideas nuevas. Volví a escribir. Tomé cursos. Llamé a gente que admiraba solo para pedirles consejo. Y poco a poco muchas puertas empezaron a abrirse.
Lo peor que me pasó (porque no todo es mágico)

1. El dinero (ouch)
No tener ingresos fijos fue como un cubetazo de realidad. Tuve que ajustar gastos, cancelar algunas salidas, priorizar necesidades.
Consejo que me daría si pudiera regresar el tiempo: hazte un colchón de al menos 3 meses antes de renunciar. O mínimo, ten claro cuánto tiempo puedes aguantar sin ingresos sin entrar en crisis.
2. La ansiedad de no saber “qué sigue”
Por más romántica que suene la libertad, no tener rumbo da vértigo. ¿Y si no me contratan? ¿Y si me arrepiento? ¿Y si no era tan malo como pensaba? Calma. Empieza por confiar en ti, en tus habilidades, toma acción... Spoiler: sí fue un rato malo, pero no, no me arrepiento.
El juicio ajeno
“¿Cómo que renunciaste sin tener nada?”
“Estás loca/o.”
“Eso no se hace.”
Aprendí a escuchar esas voces sin que me tumbaran. Y aprendí a confiar más en la mía y en lo que realmente necesitaba en ese momento de mi vida.
Renunciar sin tener todo resuelto no es para todos

No estoy diciendo que lo hagas. Pero si ya lo estás considerando, o si simplemente quieres salir del trabajo en el que estás, aquí van algunas reflexiones que me hubiera gustado tener antes de hacerlo:
Pregúntate esto antes de tomar la decisión
- ¿Estoy huyendo o estoy eligiendo algo mejor?
- ¿Tengo un mínimo respaldo económico o red de apoyo?
- ¿Estoy dispuesto/a a vivir unos meses con incertidumbre?
Y si ya renunciaste...
- Respira. No estás solo/a.
- Haz un inventario: habilidades, contactos, ideas.
- Recuerda tus logros: enlístalos y tenlos presentes.
- Actualiza tu CV y empieza a moverte. En serio, ya.
- No te aísles. Habla con gente. Pide ayuda. Aplica. Explora.
¿Vale la pena renunciar sin algo seguro?

Depende. Pero en mi caso, fue el inicio de una versión más honesta, valiente y despierta de mí. Mi prioridad en ese momento era mi paz y salud mental, tenía claro que mi trabajo no estaba ayudando y fue ahí donde tomé la decisión.
Lo que descubrí es que muchas veces esperamos a tener todo resuelto para dar un paso. Y a veces, solo necesitamos dar el paso para empezar a resolverlo todo.
Si tú también estás en ese punto…
No estás solo/a. Sabemos que el trabajo ideal no siempre aparece mientras tienes otro. Por eso, te ayudamos a explorar nuevas vacantes, actualizar tu CV y encontrar un camino distinto. Sin juicios. A tu ritmo.
👉 Explora oportunidades hoy mismo
No tener plan B no significa no tener futuro

A veces, el verdadero plan eres tú: tu capacidad de reinventarte, de pedir ayuda, de aprender, de resistir y de volver a creer en lo que mereces.
Renunciar sin plan B fue lo mejor y lo peor que me pasó. Pero, sobre todo, fue el principio de algo mejor. Porque renunciar sin tener algo seguro no es el fin del mundo. A veces, es solo el primer paso para construir uno distinto. Mantente firme con tu visión, busca ayuda, explora nuevas posibilidades y no tengas miedo de buscar algo diferente. Eso que hoy parece incertidumbre, mañana puede ser libertad.
- “El Gran Desgaste: renuncia en México”. Estudio de OCC, GDV Group y Grupo Azumit